jueves, 23 de junio de 2011

ESTRÉS, VIDA, DEPORTE Y SALUD

La vida del ser humano está signada por múltiples compromisos que se contraponen entre si  y estos a su vez son creadores de conflictos. El deporte tiene la virtud de paliar parte de esta neurosis, ya que mientras se desarrolla una actividad física de cierta intensidad, la mente se concentra en la propia actividad que se está realizando e impide que seamos proclives a pensamientos negativos. Pero estamos claros que la salud no solamente es disfrutar de bienestar físico y hacer deporte, sino que hay que realizarlo en un estado de equilibrio mental. La razón es bien conocida: la sociedad es extremadamente dinámica y cambia con inusitada rapidez y esto provoca que cada persona tenga que enfrentar continuamente y, siempre bajo presión, a unos retos muy complejos.

El paso de la vida cotidiana, marcado por las imposiciones de tipo económico, no propicia el equilibrio mental al que todos deberíamos acceder. En la palabra estrés se resume el estado de nerviosismo, aburrimiento, ira, ansiedad, desconcierto e impotencia que viven en carne propia un sinnúmero de personas ante las situaciones de injusticia, incoherencia o explotación que le plantea su propia realidad. Los síntomas de estrés se presentan en personas de todas las clases sociales amen de cualquier nivel cultural, desde el profesional exitoso hasta el obrero más humilde. De hecho hay personas que dicen no creer en el deporte, por asociar este a una actividad extremadamente competitiva y, sus consecuencias, entre otros (fanatismo, dopaje), unido a un mal entendido divismo de algunos deportistas destacados en algún deporte considerado “rey”.

Más el deporte en sí debe considerarse como un medio, útil y necesario para alcanzar un estado mental más realista. Sin que esto signifique que por desempeñar una activa dinámica deportiva, por si sola haga desaparecer el estrés para siempre. Simplemente que para vivir en armonía con nosotros mismos y con los demás, es preciso que tomemos conciencia de la importancia del equilibrio entre la mente y el cuerpo. Generalmente en la mayoría de los casos la causa principal del estrés es tal vez la insatisfacción por una forma de vida que nos ha sido impuesta. Aún así no todas las situaciones causan el mismo tipo de estrés. Ejemplo; la muerte de un ser querido nada tiene que ver con el nerviosismo que se produce por un atasco de circulación o una situación de cese de trabajo.

Los niveles de tención tienen una causa común; se produce por una circunstancia de cambio que nuestro organismo percibe como una amenaza. El estrés viene a ser claramente una respuesta natural del cuerpo a todo aquello que percibimos como una intimidación, por lo que su acción resulta tan necesaria como la sensación de sed o de hambre. Por otro lado los psicólogos sostienen que sin el estrés no nos adaptaríamos a los cambios que se producen en nuestro rededor. Por tanto una situación estresante puede perjudicar a una persona cuando; se produce continuamente o de una intensidad excesiva. Por fortuna todos poseemos facultades que pueden ayudarnos a minimizar o de hecho superar los efectos destructivos del estrés, que sin embargo no resulta tan sencillo como podría parecer porque; si bien es cierto que el ser humano tiene una considerable capacidad de adaptación, también a veces pasa que tiene la sensación peregrina de poder soportar bien los momentos de presión. En cualquier caso el organismo emite señales de alarma cuando quiere transmitirnos su exceso de tención, trastornos de la digestión, jaquecas, insomnio, dolores de espalda, etc.

Por otro lado el estrés influye decididamente en los estados de ánimo, manifestándose con irritabilidad, impaciencia, vergüenza, la fatiga o la depresión, entre otras cosas bloqueos de memoria, incapacidad para tomar decisiones, falta de concentración que; son indicativos inequívocos de estrés. ¿Cómo actuar cuando se detecta algunas de estas señales? Primeramente cualquier solución no debe achacársela a causas ajenas o externas. Porque no hay que olvidar que cada uno de nosotros es responsable de su propia vida y que, por lo tanto le atañe la disposición de elegir. Por tanto gracias a este conocimiento de uno mismo llegamos a la conclusión de lo imperativo; de tener que modificar algún aspecto de nuestra vida que está fuera de lugar, habrá que hacerlo.

RECOMENDACIONES

Planificar el tiempo

Encontrar un punto de equilibrio entre la soledad y la compañía

Controlar los pensamientos

La respiración

La nutrición

Practicar ejercicios de relajación.