sábado, 25 de febrero de 2012

Cisma Latinoamericano



En América Latina si algo ha proliferado hasta el cansancio son los mandatarios carismáticos, redentores, milagreros, mesiánicos, no en este orden, más bien en un orden netamente aleatorio.
Nombrarlos por sus nombres de pila no es ni siquiera relevante, tal vez una que otra vez a modo de mala referencia. En el fondo de la cuestión es; el gran daño que le han causado a sus pueblos, lo que resalta verdaderamente, en sus gestiones signadas por la incapacidad y el desorden en las políticas de estado sumiendo a sus pueblos en la involución más severa y perversa en nombre de una justicia social mal entendida y peor implementada.

Nuestra América mestiza

Nuestra América mestiza ha tenido que cargar durante siglos con todos los defectos heredados de nuestros conquistadores, por decir lo menos. Hijos más bien de la gente de la peor ralea de las hordas conquistadoras, venidas allende los mares, que contaminaron con sus genes a  nuestros aborígenes, salvajes sí, pero sin las taras y la oscuridad de razas presuntamente más evolucionadas. Excepciones por supuesto que las hubo pero; en menor grado que de alguna manera doparon a la raza emergente producto del intercambio racial, matizando la genética y con ello el producto final: el mestizaje de la raza hispanoamericana.
Este mestizaje ha producido una raza rica en matices de todo orden, en el carácter, ferocidad, crueldad, ambición y apetencias de poder, dominación sobre sus congéneres hasta someterlos a las humillaciones más abyectas, prometiéndoles una utópica liberación de sus amos, sus señores feudales, pero que; en el fondo no era más que un cambio de un amo por otro. La gente sencilla tiene ese encanto de la candidez y de la credibilidad que lo lleva aceptar y a embarcarse en aventuras que en la práctica no son más que sueños, quimeras, que al final vienen a ser más de lo mismo o peor.


Esta forma que tiene el hispanoamericano de aceptar lo que ellos piensan es su destino. Es tal vez el producto o la acción más bien de su ancestral origen genético, que tiene que ver con la pasividad con que aceptan su sino o destino, producto de su acervo originario racial de miles de años perdidos en el tiempo.
América es un crisol de razas, donde se han fundido genes avenidos de un sinfín de regiones del mundo. Donde se han moldeado los nuevos americanos, del norte, del centro, del sur; americanos todos, donde han dominado los del norte, el motivo; fueron conquistados por la “Pérfida Albión” (Inglaterra o Reino Unido) que siempre ha estado adelantada un paso o dos de la Madre Patria España, he ahí la diferencia. No hay razas superiores sino más bien un mayor conocimiento y un mejor manejo del mismo. De esto no tiene la culpa; Estados Unidos, Inglaterra, Francia, etc.

Los complejos de América Latina

Hoy día que está de moda la unidad, es lo que nos ha faltado a los pueblos latinoamericanos es mi reflexión, incapacidad de visión de país. Los gobernantes de esta parte del mundo han estado más pendientes de adoptar ideologías desfasadas, fracasadas en el mundo entero que; pensar en el progreso y el bienestar de sus gentes. Los complejos de la raza morena han podido más que la vocación por procurarles a sus naciones; justicia social, bienestar y, la mayor suma de felicidad posible.

Discapacidad gobernante

 Hoy día  en nuestra América Meridional están en el poder de varias naciones, una variedad de mandatarios que han preferido el autoritarismo, lo peor de la ideología socialista y el pro-comunismo; vendiéndoles a sus conciudadanos la más malsana de las utopías en nombre de las  reivindicaciones más temerarias y torcidas. Donde sus desempeños como estadistas han dejado claramente demostraciones palpables de incapacidad y minusvalía para administrar sus estados, convirtiéndolos en territorios de nadie, huérfanos de instituciones idóneas, campos propicios para la anarquía y, focos de malestar social.

La esperanza; el camino está ahí

Amén de políticas económicas equivocadas, justicia sectaria, criminalización de la disidencia y persecución de la libertad de expresión. Sin embargo se abren nuevos caminos de esperanza, hay signos fehacientes de la voluntad de la gente de procurar cambios y deslindarse de cualquier ideología retrograda e involutiva que prosterne la vocación democrática de la mayoría latinoamericana. Estamos en el camino que de seguro será tortuoso, pero lo transitaremos llenos de esperanza en lo porvenir.