La
responsabilidad ciudadana
Los ciudadanos de cualquier ámbito del mundo, piden
y reclaman a gritos, cambio, cambio y más cambio, de gobiernos, de regímenes,
de políticas gubernamentales, en fin; es un discurso que se gesta en el corazón
de las sociedades del mundo, inconformes con lo que viven todos los días, en su
cotidianidad. En general, son un reclamo legítimo, el descontento está más que
justificado, lamentablemente los gobiernos de turno al parecer son sordos a
estas manifestaciones de inconformidad. Lo cual frustra las esperanzas de los
pueblos.
Sin embargo, tenemos que detenernos a pensar con
sinceridad, si ese cambio que voceamos a voz a cuello, no sería justo que lo
tomáramos e internalizáramos también los ciudadanos. Cuando los gobiernos
llegan al poder vía voto es, porque han sido electos en una votación abierta y
universal “legitima” por lo menos en
apariencia, en “democracia” o bajo esa presunción. Se supone que los que
alcanzan el poder en votación democrática, es porque tienen un amplio respaldo
popular y gozan del apoyo irrestricto de la ciudadanía.
Hay gobiernos electos democráticamente, que pierden
esa legitimidad de origen que les otorga una elección, cuándo en el tránsito de
su gestión la pierden traicionando los postulados, las promesas, y los sueños
que vendieron a una colectividad preñada de esperanzas, que estaban
decepcionadas por gestiones de gobierno del pasado. Se irrumpe en contra de la
constitución, las instituciones, se subordinan los poderes a una ideología, se
aplica una acción sectaria en lo judicial en beneficio infame de un sector
político, en funciones de gobierno.
Se adscriben la ley y la justicia, monopolizando sus
acciones en contra de todos aquellos que disienten del manejo de una administración
incapaz, deficitaria, inadecuada, contraria al bien y beneficio de la nación, sometiéndolos
a una miserable calidad de vida, en perjuicio, de los que menos tienen,
engañando, usufructuando del erario de
la nación, corrupción grosera y falaz en beneficio de todos los que estén
“enchufados” en el marco de un particular partido de gobierno.
Ahora, podemos culpar de todo lo malo a este
gobierno infame, que gobierna temporalmente a un país, del cual usted puede ser
ciudadano, sometido o enchufado, clase media baja o alta, alto funcionario del
régimen de turno… No creo, culpables somos todos, ellos por ser mal
gobernantes, por ser la antítesis de un gobierno probo, incapaz, negadores de
la felicidad de su nación, despreocupados por el bienestar social de la
sociedad, negadores de la salud, empleo, riqueza…
La responsabilidad de los ciudadanos es manifiesta.
No puede ser que una sociedad se deje someter por un régimen que es la negación
de la justicia y la razón, de la ley y la ponderación en las funciones de
gobierno. Los pueblos son los que ponen y quitan gobiernos, por la vía
democrática; votación abierta, universal y democrática. La ciudadanía no puede
dejarse amordazar, dejar que le quiten la voz, que lo despojen de su libertad
de expresión, que le cercenen su derecho a la disidencia, protestar por los
medios a su alcance, siempre que sea democrática.
Aquí es, donde radica la responsabilidad ciudadana.
Dejar oír su voz, gritar su derecho a la democracia, luchar por su bienestar,
no tener miedo a la disidencia. De tener miedo, debe temerle a la dictadura del
orden o ideología que sea. El único partido del ciudadano es la patria, su
patria que le entregaron sus libertadores regada con su sangre bendita. No a
los “mesías” grandilocuentes” que engañan, que defraudan, encantadores de
serpientes, perversos hasta en el saludo e intenciones.
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