PARA,
Y VUELVE A EMPEZAR
Estoy seguro que dentro de nuestras amistades
conocemos a personas, que presumen tener sus vidas organizadas y hasta con
cierta perfección, lo cual no les permite tener en consideración pensar
insertar un cambio en la rutina. Ciertamente, a pesar de vivir en esta supuesta
zona de comodidad y de haber conseguido algunos objetivos, descubren que
continúan sintiendo una especie de soledad interior que no les permite
visualizar la paz y la alegría que soñaron encontrar.
Cotidianidad
Ante este estado de cosas, la lista de deseos
personales, ejemplo; terminar de leer un libro, tomarse algo con la pareja
(café, jugo, etc.), salir de vacaciones…, se va quedando en el olvido, porque
no hay ninguna urgencia…, la cotidianidad de la vida de hecho se ha convertido
en una lista infinita de cosas por hacer, que; a pesar de emplear todo nuestro
tiempo para llevarlas a término nunca termina. El deber se enfrenta al querer
siempre en la misma cotidianidad, y cuando nos permitimos algún disfrute o
descanso, nos acomete un sentimiento de culpa o de angustia, el que nos produce
actuar por placer, en vez de hacerlo por deber.
Nuestra programación consiste en vivir ocupados el
mayor tiempo posible, hasta un punto que; si ya cumplimos con el trabajo, las
responsabilidades y los compromisos que teníamos, la mente se encarga de traer
el recuerdo de aquel nimio asunto del cual debemos de ocuparnos inmediatamente,
en sacrificio del tiempo libre que podemos tener. De hecho hay personas que se
crean ocupaciones y actividades que no tienen, frente a la incapacidad de
disfrutar del tiempo libre, sin culpa y con tranquilidad.
Estilo de vida
Es válido que revisemos nuestro estilo de vida y nos
preguntemos ¿Qué podemos hacer para simplificarlo y ganar el tiempo de calidad
que nos permita disfrutar más de las cosas sencillas pero; esenciales de la
vida?
Así, sin darnos cuenta, la rutina, el estrés y las
presiones causadas por el exceso de responsabilidad, permite; que le demos más
valor a las cosas materiales y superficiales, pensando que de esta manera nos
vamos a sentir bien, aunque sea temporalmente, mientras que condonamos los
viejos sueños y el deseo de compartir con los seres queridos o de realizar
actividades más sencillas y gratificantes. Los huecos existenciales no pueden
llenarse con una sobre actividad, o consumiendo cosas que te hagan escapar de
la realidad.
Contrariamente es; bajando la velocidad y reduciendo
esa sobre actividad; es como podemos retornar al encuentro con nosotros mismos
y con nuestras verdaderas necesidades. La trascendencia del sentido en nuestras
vidas, hará que valga la pena cada pequeño o gran esfuerzo en dirección de la
consecución de la tranquilidad, el bienestar y la libertad en esencia que; nos
lleven a ser originales, seguros y determinados para gozar más y compartir lo
mejor de cada uno de nosotros con los demás.
Actividad
De seguro, para algunas personas perder la actividad
o el ritmo de trabajo que realizaban en los últimos años, significa quedar inhabilitados
en todos los aspectos de sus vidas, perdiendo la motivación, la pasión y el
entusiasmo. Cuando una persona se retira, es conveniente que mantenga cierto
ritmo de actividad mental y física para no perder la vitalidad, la claridad
mental y la juventud del espíritu, tan necesarias para descubrir y gozar de
aspectos que tiene una nueva oportunidad en la vida.
Es bueno recordar que la verdadera juventud es la
del espíritu, y se mantiene en la medida en que tenemos una buena actitud,
energía, entusiasmo y ganas de vivir cada día.