jueves, 23 de agosto de 2012

PARA, Y VUELVE A EMPEZAR



PARA, Y VUELVE A EMPEZAR
Estoy seguro que dentro de nuestras amistades conocemos a personas, que presumen tener sus vidas organizadas y hasta con cierta perfección, lo cual no les permite tener en consideración pensar insertar un cambio en la rutina. Ciertamente, a pesar de vivir en esta supuesta zona de comodidad y de haber conseguido algunos objetivos, descubren que continúan sintiendo una especie de soledad interior que no les permite visualizar la paz y la alegría que soñaron encontrar.

Cotidianidad

Ante este estado de cosas, la lista de deseos personales, ejemplo; terminar de leer un libro, tomarse algo con la pareja (café, jugo, etc.), salir de vacaciones…, se va quedando en el olvido, porque no hay ninguna urgencia…, la cotidianidad de la vida de hecho se ha convertido en una lista infinita de cosas por hacer, que; a pesar de emplear todo nuestro tiempo para llevarlas a término nunca termina. El deber se enfrenta al querer siempre en la misma cotidianidad, y cuando nos permitimos algún disfrute o descanso, nos acomete un sentimiento de culpa o de angustia, el que nos produce actuar por placer, en vez de hacerlo por deber.

Nuestra programación consiste en vivir ocupados el mayor tiempo posible, hasta un punto que; si ya cumplimos con el trabajo, las responsabilidades y los compromisos que teníamos, la mente se encarga de traer el recuerdo de aquel nimio asunto del cual debemos de ocuparnos inmediatamente, en sacrificio del tiempo libre que podemos tener. De hecho hay personas que se crean ocupaciones y actividades que no tienen, frente a la incapacidad de disfrutar del tiempo libre, sin culpa y con tranquilidad.

Estilo de vida

Es válido que revisemos nuestro estilo de vida y nos preguntemos ¿Qué podemos hacer para simplificarlo y ganar el tiempo de calidad que nos permita disfrutar más de las cosas sencillas pero; esenciales de la vida?
Así, sin darnos cuenta, la rutina, el estrés y las presiones causadas por el exceso de responsabilidad, permite; que le demos más valor a las cosas materiales y superficiales, pensando que de esta manera nos vamos a sentir bien, aunque sea temporalmente, mientras que condonamos los viejos sueños y el deseo de compartir con los seres queridos o de realizar actividades más sencillas y gratificantes. Los huecos existenciales no pueden llenarse con una sobre actividad, o consumiendo cosas que te hagan escapar de la realidad.



Contrariamente es; bajando la velocidad y reduciendo esa sobre actividad; es como podemos retornar al encuentro con nosotros mismos y con nuestras verdaderas necesidades. La trascendencia del sentido en nuestras vidas, hará que valga la pena cada pequeño o gran esfuerzo en dirección de la consecución de la tranquilidad, el bienestar y la libertad en esencia que; nos lleven a ser originales, seguros y determinados para gozar más y compartir lo mejor de cada uno de nosotros con los demás.

Actividad

De seguro, para algunas personas perder la actividad o el ritmo de trabajo que realizaban en los últimos años, significa quedar inhabilitados en todos los aspectos de sus vidas, perdiendo la motivación, la pasión y el entusiasmo. Cuando una persona se retira, es conveniente que mantenga cierto ritmo de actividad mental y física para no perder la vitalidad, la claridad mental y la juventud del espíritu, tan necesarias para descubrir y gozar de aspectos que tiene una nueva oportunidad en la vida.

Es bueno recordar que la verdadera juventud es la del espíritu, y se mantiene en la medida en que tenemos una buena actitud, energía, entusiasmo y ganas de vivir cada día.